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Qué es y cómo funciona un batán.
Cuando
las
telas,
mantas
o
paños
tejidos
en
los
telares
debían
tener
una
mayor
resistencia,
o
una
consistencia
más
gruesa,
por
el
uso
al
que
iban
a
ser
destinados,
se
les
sometía
a
una
nueva
operación
denominada
:
abatanado
o
enfurtido.
El
batanado
se
realizaba
en
los
batanes,
pisas,
pisones
o
follones
(a
esto
alude
el
abundante
ruido
que
producían).
Los
tejidos
de
lana,
principalmente
gruesos,
se
golpean
mientras
están
remojados
para
que
se
limpien,
se
incorporen y tupan o apelmacen.
La
necesidad
del
batanado
venía
no
solo
impuesta
por
el
hecho
de
que
el
paño
alcanzase
una
mayor
densidad
y
peso,
en
definitiva
una
mayor
calidad
y
durabilidad
del
tejido,
sino
ademas
para
desengrasar
los
paños.
De
hecho
en
el
proceso
de
cardado,
hilado
y
enmadejado
de
la
lana,
esta
se
engrasaba
con
aceite
de
oliva
o
manteca
que
después
de
tejida
quedaban
el
el
paño.
El
objeto
de
engrasar
la
lana
era
prevenir
el
deterioro
de
las
fibras
por
el
roce.
El
batán
adicionalmente
permitía
lavar
a
base
de
golpes
las
ropas
ya
confeccionadas,
sobre
todo
si
se
trataba
de
batanes
más
pequeños,
por
lo
que
como
uso
secundario
y
bajo
determinadas
circunstancias
era
también
el
equivalente
a
la
lavandería industrial de hoy en día.
El
batanado
requiere
de
una
emulsión
de
agua
caliente,
orina
y
tierra
de
batanero
(caolinita
o
también
greda
que
hacen
el
efecto
de
absorber
la
grasa
y
blanquear
la
lana).
El
efecto
de
la
orina
es
aportar
una
disolución
alcalina
como
consecuencia
de
la
presencia
de
amoniaco
en
la
misma,
que
actúa
también
como
desengrasante.
A
partir
del
s.
XVII
se
sustituye
el
anterior
licor
por
el
jabón
disuelto
en
agua
caliente
que
daba
mejores
resultados.
Ya
en
tiempos
de
los
romanos
se
abatanaba,
pero
la
forma
totalmente
manual,
a
base
de
golpearlos
con
unos
mazos
de
madera
o
mediante
sucesivas
pisadas
de
unos
operarios
calzados
con
fuertes
zuecos
de
madera
dentro
de
un
recipiente,
tardándose
en
este
proceso
con
tres
personas
trabajando
de
8
a
12
horas
al
menos
unos
cinco
días
para
abatanar las piezas habituales de paño de entre 20 a 30 m. por 2 m. de ancho.
El
batán
hidráulico
aparece
en
Europa
durante
la
Edad
Media,
reduciendo
drásticamente
el
tiempo
empleado
en
cada
pieza
prácticamente
a
un
día,
además
reduciendo
el
trabajo
al
de
un
solo
operario,
el
batanero,
cuya
presencia
no
es
necesario
que
sea
continua
sino
al
menos
cada
par
de
horas
para
inspeccionar
el
trabajo
y
cambiar
el
plegado
de
las
piezas.
Se
trata
por
lo
general
de
una
tosca
máquina
movida
mediante
energía
hidráulica
completamente
de
madera,
cuya
misión
es
producir
el
golpeteo
de
las
telas
por
medio
de
unos
mazos
o
porros
muy
gruesos
que
golpean
rítmicamente
en
un
pilón.
Estas
máquinas
se
utilizaron
en
España
y
la
mayor
parte
de
ellas
estuvieron
en
funcionamiento
hasta
finales
del
siglo
XIX.
La
primera
referencia
que
se
tiene
en
España
de
los
batanes
es
del
siglo
XII,
unos
documentos
con
fecha
1.160
sitúa
dos
batanes
en
Gerona,
se
cree
que
la
difusión
de
los
batanes
fue
posterior
a
la
de
los
molinos.
Los
batanes
se
extendieron
por
España
siendo
numerosos
los
existentes
en
Galicia
y
destacando
la
comunidad
asturiana en la que, a mediados del siglo XVII, había cerca de 200.
¿Por
qué
se
dejaron
de
utilizar
los
batanes?.
Los
cambios
socio-económicos
y
consecuentemente
la
utilización
de
numerosas
máquinas
automáticas
abarataron
el
proceso
de
fabricación
debido
a
la
reducción
del
tiempo
y
de
la
mano
de
obra
empleada.
Hasta
entonces
la
mano
de
obra
no
tenía
un
gran
valor,
no
se
valoraba
el
tiempo
que
pasaba
una
persona
trabajando,
pero
las
cosas
cambiaron,
y
la
mano
de
obra
comenzó
a
tener
mucha
importancia,
como
consecuencia
el
proceso
de
elaboración
y
abatanamiento
manual
no
resultaba
rentable
ya
que
transcurrían
muchas
horas
desde
la
obtención
de
la
lana
hasta
tener
la
manta
o
tejido
hecho
y
en
consecuencia
su
precio
era
muy
alto.
Este
puede
ser
el
principal
motivo
de
la
desaparición
de
los
batanes.
Ahora
haremos
la
descripción
de
la
máquina
correspondiente
a
un
batán.
En
primer
lugar
señalar
que
la
impulsión
del
batán
se
realiza
por
el
giro
de
una
rueda
hidráulica
de
madera
sumergida
en
un
canal
donde
se
crea
la
corriente
(rueda
vitruviana).
La
rueda
tiene
de
2
a
2,5
metros
de
diámetro,
va
provista
de
unas
16
ó
20
palas
que
giran
mediante
el
impulso
del
agua
en
su
parte
inferior.
La
rueda
arrastra
en
su
giro
al
árbol
o
eje
al
que
va
solidariamente
unida.
El
árbol
va
provisto
de
un
par
de
levas
de
hierro
intercaladas
a
90º
que
levantan
y
dejar
caer
los
dos
porros,
mazos
o
pisones sobre las telas alternativamente.
Los
mazos
de
madera
penden
del
potro,
que
constituye
la
estructura
principal
del
batán
y
está
formado
por
cuatro
pies fuertemente anclados en el terreno y un bastidor o listón superior del que cuelgan los mazos.
El
recipiente
donde
se
ponen
los
paños
se
denomina
pila
o
imina
y
contiene
el
licor
de
batanar
que
anteriormente
hemos
descrito.
La
pila
está
constituida,
generalmente,
por
un
grueso
tronco
de
madera
ahuecado
de
unos
3
a
5
m.
de
longitud,
de
gran
consistencia
y
también
anclado
al
terreno
para
soportar
los
fuertes
golpes.
Por
la
parte
superior
de
la
pila
discurren
unos
pequeños
canales
por
los
que
circula
el
agua
necesaria
para
la
refrigeración
de
las
telas
y
evitar de este modo que se deterioren por el calentamiento.
Los
mazos
cuelgan
del
bastidor
o
listón
superior,
suelen
ser
de
madera
de
castaño
y
van
sujetos
de
dos
mangos
o
cabritas.
El
peso
de
estos
mazos
oscila
entre
70
y
90
kg.,
tienen
forma
prismática
con
una
base
oblicua,
la
cual
lleva
unos
recortes
en
forma
de
escalera
con
el
fin
de
facilitar
el
volteo
de
la
carnada
de
paño
dentro
de
la
pila,
según
se
iba
batanando.
En
cuanto
al
proceso,
las
telas
se
colocaban
en
el
interior
de
la
pila,
dobladas
en
zigzag
y
en
cantidad
de
20
a
40
varas
en
cada
vez.
El
ritmo
solía
ser
de
unos
40
golpes
por
minuto
y
se
remojan
continuamente
durante
el
tiempo
que
dura
el
abatanado.
La
operación
de
abatanado,
en
verano,
suele
durar
unas
24
horas
y
en
invierno,
debido
a
que
el
agua
está
mas
fría,
algo
más
de
tiempo.
Se
hacían
tres
paradas
durante
el
tiempo
que
dura
la
operación
con
el
fin
de
cambiar
de
posición
los
paños
y
obtener
un
abatanado
uniforme.
Era
bueno
que
el
proceso
fuese
vigilado
continuamente
con
el
fin
de
evitar
averías
en
el
funcionamiento
de
la
máquina
y
si
estas
ocurrían,
repararlas
rápidamente,
ya
que
el
continuo
y
desfasado
golpeteo
de
las
telas,
podía
deteriorarlo.
El
vigilante
batanero,
por
tanto,
estaba pendiente del mantenimiento de las ruedas hidráulicas, los ejes y engranajes.
No
obstante
cuando
había
una
avería
seria,
se
recurría
al
artesano
llamado
“carpintero
de
lo
prieto”.
Este
construía
estas
máquinas
y
las
reparaba,
siendo
su
oficio
muy
bien
considerado.
Este
oficio
sería
el
equivalente
al
de
un
mecánico
hoy
en
día,
téngase
en
cuenta
que
las
máquinas
hidráulicas
constituían
entonces
la
tecnología
más
avanzada.
Las
piezas
abatanadas
sufren
una
merma
en
la
operación
de
aproximadamente
una
cuarta
parte
de
su
longitud
inicial,
dependiendo
del
tipo
de
tejido
y
de
lana
empleada,
pues
como
todos
sabemos,
la
lana
encoje
y
más
con
el
golpeteo.
Una
vez
abatanados
los
palos
y
para
quitarles
las
arrugas
se
golpeaban
con
una
pala
de
madera
sobre
una
gran
losa
de
piedra,
llamada
solera.
A
continuación
se
ponían
a
secar
en
escurrideros
y
se
devolvían
a
los
tejedores
que
los
habían
traído.
En
muchos
casos,
y
si
se
trataba
de
mantas,
después
se
sometían
a
un
proceso
de
cardado
para
sacarles el pelo, a veces tundido con tijeras especiales y así quedaba una superficie lisa y sedosa.
El
batanero
cobraba
por
vara
de
tela
abatanada,
también
era
habitual
el
sistema
de
maquila,
es
decir
quedándose
el
dueño con una cantidad del paño obtenido, proporcional a la cantidad abatanada.
Los
tejidos
distintos
tenían
sus
categorías
según
se
hubiesen
tejido,
la
calidad
y
tipo
de
lana
(blanca
o
negra)
empleado,
acabado
final
de
batanado
y
calidad
del
tinte
si
es
que
se
efectuaba.
Eran
tejidos
comunes:
la
sarga,
el
sayal (para faldas, capas y sombreros) y la estameña (para los hábitos religiosos y escarpines